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lunes, 30 de julio de 2012

Enciclopedia del Ecuador - Efrén Avilés Pino

Enciclopedia del Ecuador - Efrén Avilés Pino

Este pasado martes 24 de julio se cumplió el ducentésimo-vigésimo-noveno aniversario del natalicio de Simón Bolívar.

“La constancia y la audacia fueron las dos prominentes virtudes guerreras de Bolívar; casi siempre vencido en sus primeros combates, volvía en los días siguientes, cuando los españoles lo creían fugitivo, a presentarles otro más formidable. Con una fortaleza extraordinaria de cuerpo y alma nunca se detenía delante de ningún peligro, ni le desalentaban las desgracias. Esta fortaleza de ánimo se sostuvo, en él, todo el tiempo que duró la guerra de la independencia. Después, cuando intentó imponer su autoridad, ilimitada e indefinida, las fuerzas físicas y morales le faltaron; y se le vio, en cierto modo, subordinado a la voluntad, o a los consejos de sus más allegados servidores y partidarios, muchos de los cuales también al fin le abandonaron” (Aguirre Abad.- Bosquejo Histórico de la República del Ecuador, p. 250).
Cansado de las luchas, sufriendo la ingratitud de aquellos por quienes había librado más de cien batallas, poco a poco se alejó de la política y la actividad militar, Fue entonces que recibió una carta del Gral. Flores, fechada el 27 de marzo de 1830, en la que lo invitaba a venir a Quito para salvar sus glorias y vivir obedecido y respetado. “Hoy mismo he trabajado una representación en ese sentido y ya he mandado firmarla a los padres de familia a fin de remitirla por este correo. Aunque yo soy pobre tengo todavía dos brazos para trabajar y sostener a V. E. Véngase (…) Véngase a recibir las últimas pruebas de mi lealtad”. (Correspondencia del Libertador con el Gral. Juan José Flores / 1825-1830.- Publicaciones del Archivo Juan José Flores de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, p. 525).
Pero Bolívar -enfermo y abandonado- declinó muy cortésmente la invitación, y en busca de paz y tranquilidad espiritual, viajó a Cartagena, en la costa norte de Colombia, donde recibió la triste noticia del Asesinato de Sucre.
Envuelto en un manto de tristeza, viendo que el sueño de crear una gran nación había fracasado, se refugió en San Pedro Alejandrino, una hacienda situada en las cercanías de Santa Marta, en Colombia, donde en los primeros días de diciembre se preparó para la batalla final. “Recuerdos de gloria, acerbas inquietudes, revuelos de espíritu que se enseñoreaban y se revelaban por sus ojos caldeados por la fiebre de la tuberculosis, le absorbían la vida por momentos... Se iba muriendo de pena, de inmedible desolación...” (J. Gonzalo Orellana.- Resumen Histórico del Ecuador, p. 15).
Presintiendo que la muerte rondaba su lecho, el 10 de diciembre de 1830 dictó su testamento, que concluyó con estas palabras: “¡Colombianos! Mis últimos votos son por la felicidad de la patria: Si mi muerte contribuye para que cesen los partidos y se consolide la unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro”.
Poco tiempo después recibió la extremaunción de manos del Obispo de Santa Marta, y el día viernes 17 de diciembre de 1830, aniversario del día en que se promulgó la Ley Fundamental de la Gran Colombia, entregó su alma al Creador.
Sus restos fueron repatriados a Venezuela en 1842 y reposan en el Panteón Nacional de Caracas.

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