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sábado, 14 de septiembre de 2013

Formación y familia - Cartas al Director | El Universo

Formación y familia - Cartas al Director | El Universo

Al ser el hombre como especie un ser sociable por naturaleza, en el transcurso de su vida se puede salir de su cauce, porque los comportamientos se encuentran en relación directa a sus estados emocionales, y se sabe que sus desequilibrios se adquieren desde temprana edad, porque el ser humano se ve expuesto a heridas emocionales, psicológicas y físicas, que lo desestabilizan, y los frutos de esas acciones son generalmente dolorosos y perdurables. Son varios los casos que por la prensa se han dado a conocer de violencia intrafamiliar, a la que se ven sometidos niños y jóvenes.
Tal vez uno de los problemas más graves es la disolución de las familias, que decidieron romper ese lazo conyugal y dejaron en el interior de sus hijos marcas imborrables que afectan de por vida la estabilidad emocional y los puede transformar en más vulnerables a las agresiones sociales. ¿Qué hacer para evitarlo? Ciertamente no es a base de regulaciones, penalizaciones o sanciones, que el mundo va a cambiar, porque el mundo es el macrorreflejo directo de lo que pasa al interior de la familia. Es al hombre al que hay que atender; es el corazón del hombre al que hay que apuntar para lograr su transformación sensible y alejarlo de la dureza con la que ha llegado a sobrevivir. Sólo a través del acto sensible y amoroso que nos viene de Dios (porque Dios es amor), podrá ser restaurado el hombre herido, porque sólo Dios cura las enfermedades radicadas al interior de su criatura. Habrá que volver como al principio, a tener clara, cimentada y viva la espiritualidad; a defender la estabilidad y la unión familiar, para alcanzar un mundo mejor.>

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