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miércoles, 23 de julio de 2014

País de estándares bajos | HOY Ecuador

País de estándares bajos | HOY Ecuador



PROHIBIDO OLVIDAR.











"PAÍS DE ESTÁNDARES BAJOS"





Artículo de opinión publicado por el Diario HOY de la ciudad de Quito el jueves dieciséis de mayo de 2013.



Escrito por Diego Ordóñez.





<Puede ser que la publicidad es eficiente. O también puede ser que esperamos poco y nos conformamos con poco. Lo cierto es que se ha extendido la convicción que la obra pública constituye el fin que justifica cualquier medio. Esto, a partir de igual convicción de que es magnífica. Sin embargo no es nada excepcional. Algo más se habría esperado de la gestión en infraestructura del Gobierno que ha contado con ingresos descomunales, que son tres veces superiores a los percibidos en el período entre 2000 y 2006. Se han ampliado carreteras, o se han construido usando cemento armado. En el mismo trazado, se convierten en calles anchas al paso de pueblos o ciudades. El flujo de tránsito se detiene por semáforos en ausencia de puentes o distribuidores de tránsito. La rapidez con la que se cubre ciertos tramos compensa la demora en atravesar poblaciones. Súper-carreteras de primer mundo –alta aspiración, si los recursos se hubieren aprovechado adecuadamente– tienen puentes elevados que superan zonas pobladas. La Panamericana, concesionada en esos actos disonantes que dan identidad al correísmo, califica como calle. Si no, observe lo sucedido en el domingo precedente. La linda vía –tan adornada retóricamente por los publicistas oficiales– colapsó porque es insuficiente para atender la demanda de tanto nuevo propietario de un vehículo.



El aeropuerto de Tababela ha sido comparado con la plataforma de la que Quito despega al futuro. Rimbombante retórica tan típica de nuestra idiosincrasia. Nos gusta llenarnos de adjetivos distantes de los hechos –como el anuncio "ciudad de cultura y arte" a la entrada de un pueblo saturado de picanterías y alcohol–. Varias vallas –para eso hay plata y comisiones en publicidad– anuncian al aeropuerto como la obra más trascendente de la historia. Presidente y Alcalde en epopéyico montaje, brazos abiertos como monumento en rotonda, glorifican a una obra que se felicita, pero que no es más que un aeropuerto, digamos, mejor que el que teníamos, pero muy distante de otros en capitales más cercanas. Es decir, no parece que sea la génesis de un nuevo mundo. La gran bronca de los trolls correístas contra Martín Pallares es por un artículo publicado en su blog, en el que –y coincido– se reflexiona sobre si el envío de un satélite de 10 centímetros sea en realidad el inicio de la carrera espacial. Presentó evidencias de escuelas secundarias que ya han logrado lo mismo. Es decir, significativa la idea del ingeniero Nadder¸ pero nada excepcional. Por lo menos no suficiente para justificar el parroquialismo de disfrazarse de oficial de lanzamiento con chaqueta y sello bordado, para confundir el ECU 911 de Santo Domingo con Cabo Cañaveral o al Pegasito con un Apolo; y menos para enlistarlo como evidencia de la modernidad y del salto cualitativo para dejar de exportar banano, y exportar ciencia y conocimiento.



El Gobierno depende de magnificar estas obras, que son apenas obvias en medio de la bonanza. Por eso sus panegíricos no escatiman eslóganes, y mucho menos dinero –de eso hay para todos– en ensalzarlas. Y, ciertamente, los resultados electorales lo confirman; han sido eficientes. Pues han conectado con una conciencia mayoritaria que cree que estas obras –aun cuando fueren extraordinarias y monumentales, que no lo son– son suficientes para dejar de ver los abusos, la corrupción, la desarticulación de las instituciones, la ausencia de debate y rendición de cuentas.>

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