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miércoles, 2 de enero de 2013

El viejo 31 de diciembre - DIC. 31, 2012 - CARTAS AL DIRECTOR - EL UNIVERSO

El viejo 31 de diciembre - DIC. 31, 2012 - CARTAS AL DIRECTOR - EL UNIVERSO

El viejo 31 de diciembre

Antaño, en diciembre, los guayaquileños, ciudadanos por demás de amables muy bondadosos, a los vigilantes que dirigían el tránsito se les acercaban en las intersecciones de las calles, lugar de su trabajo, y les dejaban variados regalos como cortes de tela, cajas de pañuelos, camisas, etcétera.
Todo ello aunque parezca increíble, se hacía en Guayaquil, allá en la década de los cincuenta, como una muestra de aprecio y respeto para el vigilante de tránsito porque la ciudadanía se sentía orgullosa de esa institución.
Luego de la Navidad, seguía la fiesta de fin de año, el 31 de diciembre, con la quema del viejo, que era un muñeco lleno de aserrín y sal en grano para que reviente con el fuego, vestido con ropa vieja y careta de viejo; se le sumaba una “viuda” que lamentaba la desaparición del viejo y pedía una caridad para el viejito.
Se leía el testamento jocoso y coplero, y al repicar la sirena de los bomberos a las doce de la noche del 31 de diciembre, procedían puntualmente todos a la quemazón de los monigotes representando al año que se iba. Luego venía la consabida cena y en muchos casos bailes de alegría –no se daban demasiadas borracheras– por recibir un nuevo año.
Era muy simpático hasta hace unas décadas, observar parodias de monigotes con la picardía e ironía criolla de satirizar en especial a personajes que sobresalieron tanto en lo bueno como en lo malo, para el tradicional como muy famoso concurso organizado por Diario EL UNIVERSO, y recibir premios por el original don del arte, y también de los mejores testamentos.
En la actualidad ya no se hacen solamente monigotes rellenos de aserrín o de papel, ahora son más las obras de arte de madera y cartón, de personajes míticos que no representan al año viejo.
También hubo que prohibirse las “viudas” porque se tergiversó al personaje y se pasó al uso y abuso y a cometer fechorías por parte de delincuentes. Se debe rescatar en Guayaquil, ciudad como pocas en América, esta especial quemazón del año viejo particularmente de aserrín. El consumismo en diciembre se elevó gracias a que un ex presidente de la República estableció el decimotercer sueldo, con el que los ecuatorianos trabajadores aprovechan para festejar con plata el fin de año, cada uno como mejor pueda.

Fernando Coello Navarro,
abogado, Guayaquil

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