Bernard Fougéres : Nadie logra definir el amor - JUN. 21, 2012 - COLUMNISTAS - EL UNIVERSO
Porque conocí este amor sé que valió la pena vivirlo más allá del dolor de perderlo.
Todos los escritores intentaron explicar lo inexplicable. La palabra es dulce en cualquier idioma: amor, amore, love, liebe; mi amor para los árabes será habibi, para los judíos ahava. Pueden estallar guerras, armarse conflictos, el amor sigue campante, pasa de un siglo al otro. Se expresa mediante fotos que nos mandan por internet y nos rompen el corazón: soldados teniendo en su brazos criaturas indefensas, bomberos arriesgando la vida para rescatar a un neonato. Miles de personas trataron de encerrar en una corta definición aquel sentimiento tan profundo, volátil, pudiendo pasar de la pasión arrebatada a la más tranquila ternura. Me atrevería a hablar de un fuego líquido cuando arden las venas, la sangre parece llevar alfileres, la pasión todo chamusca. La gente se va entre amor y desamor, nace, fallece, se incendia, se extingue, inventa palabras eternas, certezas provisionales. Puede el cuerpo despojarse de su vestidura carnal mas queda un anillo de oro alrededor del anular.
La palabra devuelve la sensatez al más disoluto loco, forra de delirio la mente más cuerda. El amor coquetea con el drama, sea en el destino trágico de Hemón y Antígona, Romeo y Julieta, Tristán e Isolda. Una pareja feliz jamás daría audiencia a una telenovela pues el masoquismo es trampa abierta. Julieta vuela más alto que el ruiseñor de la madrugada, una princesa pierde sus anhelos bajo el puente parisiense cuando se estrella su carroza contra las luces del alba. Por amor abandonan sus barcas pescadores de Galilea, siguen al soñador que se desangrará en una cruz de madera.
No hay edad para el amor y la quinceañera piensa tocar el cielo cuando apenas roza su propio horizonte. En cambio ciertos matrimonios hacen frente, se unen con lazos muy profundos, envejecen juntos, quisieran compartir el último vuelo pues el que queda contempla sus alas rotas, no puede devolver a los árboles las hojas que ya cayeron. El amor es cuando dos seres duermen el mismo sueño, se cuidan las veinticuatro horas, cuando el verbo amar se escapa de la gramática. Formar una pareja es la meta inevitable, más allá de los defectos individuales. A veces nos dejamos encandelillar por la fugaz aventura, la nave conyugal se tambalea. Sortear el posible naufragio no es tan sencillo; o se consume la ruptura o se vuelven a apretar más fuerte los lazos del afecto. Nunca puede ser perfecta la unión de dos seres imperfectos. Sé que vale la pena compartir muchos años hasta llegar a proferir al mismo tiempo las mismas palabras. Cuando me preguntan cómo se sabe si uno está enamorado suelo contestar: “cuando nuestra alma sale de su escondite como el lobo de su guarida, cuando la ternura se vuelve hábito, cuando los detalles más insignificantes nos trastornan, cuando el beso preserva el mismo secreto, cuando estamos dispuestos a dar todo con tal que nuestra pareja no conozca el dolor, cuando subsiste la admiración pues no hay amor sin asombro, cuando somos capaces de detener el tiempo convirtiendo en mágico cualquier momento”. Porque conocí este amor sé que valió la pena vivirlo más allá del dolor de perderlo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario