La adulación (la acción y el efecto de agradar,
deleitar, complacer, alabar, generalmente con fines subrepticiamente
interesados) se cuida muy poco del bien (la práctica cotidiana y consciente de
la honestidad, el respeto, la humildad, la ecuanimidad, el equilibrio, la
templanza, la perseverancia, la solidaridad, la fe, la lealtad, etc.), y
mirando como su primordial objetivo el provocar placer, envuelve en sus redes a
los insensatos, y los engaña; de suerte que estos insensatos la consideran de
un gran valor para el pleno bienestar de sus vidas.
Un ejemplo de lo que es la adulación:
La cocina o el arte culinario se ha deslizado a la sombra de la ciencia que la conocemos con el nombre de Medicina, atribuyéndose el discernimiento de los alimentos más saludables al cuerpo. De manera que, si el médico y el cocinero disputasen delante de niños y delante de hombres tan poco razonables como los niños para saber quién de los dos, el cocinero y el médico, conoce mejor las cualidades tanto buenas como malas de los alimentos, indudablemente el médico saldría perdiendo.
He aquí un ejemplo de lo que yo llamo “adulación”, y lo que digo es que la adulación es una práctica vergonzosa, porque en el fondo desprecia lo mejor (lo bueno, sano, constructivo, útil, beneficioso). Añado que no considero a la adulación un arte, sino solamente una rutina, una costumbre, tanto más cuanto no tiene ningún principio cierto tocante a la naturaleza de las cosas que ella propone y que pueda servirla de guía. De suerte que no da razón de nada; y a lo que está desprovisto de razón, yo no lo llamo arte.
La cocina o el arte culinario se ha deslizado a la sombra de la ciencia que la conocemos con el nombre de Medicina, atribuyéndose el discernimiento de los alimentos más saludables al cuerpo. De manera que, si el médico y el cocinero disputasen delante de niños y delante de hombres tan poco razonables como los niños para saber quién de los dos, el cocinero y el médico, conoce mejor las cualidades tanto buenas como malas de los alimentos, indudablemente el médico saldría perdiendo.
He aquí un ejemplo de lo que yo llamo “adulación”, y lo que digo es que la adulación es una práctica vergonzosa, porque en el fondo desprecia lo mejor (lo bueno, sano, constructivo, útil, beneficioso). Añado que no considero a la adulación un arte, sino solamente una rutina, una costumbre, tanto más cuanto no tiene ningún principio cierto tocante a la naturaleza de las cosas que ella propone y que pueda servirla de guía. De suerte que no da razón de nada; y a lo que está desprovisto de razón, yo no lo llamo arte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario